La intimidad es una necesidad humana fundamental que tiene una profunda influencia en la salud y el bienestar de las personas. La capacidad para la intimidad se desarrolla en el vínculo primario, en la fase simbiótica y está fuertemente influenciada por el proceso de separación-individuación. Sin un adecuado pasaje por este proceso, el temor a ser ahogado o abandonado por el otro, impiden la intimidad El propósito de esta presentación es mostrar, ejemplificando con un caso clínico, como estos problemas se presentan entrecruzados con el cuerpo y se van transformando en un proceso analítico a través de la transferencia y contratransferencia. Se escogieron 6 sesiones de una paciente que ha estado en tratamiento psicoanalítico durante 7 años y recurrió al análisis porque se sentía “vulnerable” e “incapaz de manejar” su vida. A punto de partida de dos escenas que actuaron como puntos de anclaje en la discusión de este material, mostraré como usa el paciente su propia mente y cuerpo durante la sesión y de qué manera usa el cuerpo y mente de la analista . Vinculando esto a su relación con la identidad y el sentido del si-mismo. Las observaciones son el resultado de la discusión del mismo material clínico por parte de 40 analistas en tres grupos diferentes de observación clínica que trabajaron en San Francisco y en Boston en el año 2015 con el método de observación de los tres niveles (Bernardi) para visualizar las transformaciones de los pacientes. En la discusión grupal, las ideas tienden a perder su conexión con sus marcos de referencia teórica originales y son usadas desde un punto de referencia común. De ahí que, el concepto de escisión, identificación proyectiva, función continente y ansiedades de separación son ideas que resumen las observaciones clínicas y son conceptos compartidos, comunes, que están estrechamente vinculados a las observaciones clínicas en el psicoanálisis.